La libreta de viaje dice que el 26 de
Enero fue un día intenso, que empecé temprano y llegué al taller
del tío para limpiar los discos de música clásica, de los cuales
hablé en el “Día 7: diarrea de cosas antiguas”. Estuve toda la
mañana con ello, esos discos deben tener unos cincuenta años.
Tal vez a usted lector no le interese,
pero para mi fue un pequeño hito ir con mi tío mecánico a buscar un
repuesto a la famosa Avenida Warnes. Esa avenida es “la calle de
los repuestos”, una especie de shopping para los arregla-coches y
amantes del motor, la “famosa calle Warnes”, donde seguramente
funcionen tugurios diversos para los mecánicos más cercanos a
Rápido y Furioso (Fast and Furious... A todo gas?), esos muchachones
simpáticos que se sientan a una mesa a hablar de mujeres y jugar al
póker.
Como sea, del mostrador hacia fuera son
mecánicos amigos, viejos conocidos con dos opciones:
1- Se saludan al paso y ambos piensan
en silencio: “Recuerdo cuando lo vi vendiendo un Renault casi
fundido... no es buena junta, siempre buscando una ventaja”.
2- Se distinguen a una distancia de
cinco metros, abren los brazos y anuncian el nombre del mecánico con
quien se acaban de topar (¡Que haceeeees Toniiii!) porque les trae
buenos recuerdos: “Pensar que trabajamos juntos algunos años a
principios de los noventa, es increíble como pasa el tiempo...”
En fin, Warnes es sinónimo de
automóvil, carrocería, parte, repuesto; pero también de encuentro,
charla, intercambio, chismes e incluso algún abrazo.
Mañana, 27 de Enero, tenemos un viaje
por delante. Largo, camino al sur de Argentina. Hice el ckeck-in de
los vuelos domésticos. Vamos rumbo a Bariloche. He tomado muchos
vuelos entre Inglaterra y España, y algunos a otros puntos de
Europa, pero nunca dentro de Argentina. Tengo una extraña sensación,
quiero saber cómo serán los aviones de Aerolíneas Argentinas,
quiero ver al pilota, las azafatas, el aeropuerto...
Pero antes vamos a la casa de la abuela
y el abuelo, al otro lado de Ramos Mejía. Comimos unos sándwiches
que todavía, casi un año después, recuerdo.
Volvimos a la 01:00 am. A las 04:30 am teníamos que levantarnos. Nair se fue a dormir, pero yo me quedé
terminando un artículo para la revista NOIR llamado “Sobre la
búsqueda de Dios y la Ley de correspondencia”. Cuando leo el
artículo recuerdo ese momento de revisión bajo vigilia. Me encanta
este texto, se los comparto. Un abrazo amigos.
Sobre la búsqueda de Dios y la Ley de Correspondencia
Artículo publicado en NOIR Número 14. Febrero 2016
Dios
mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué
Dios detrás de Dios la trama empieza
de
polvo y tiempo y sueño y agonía?
Ajedrez
-Jorge Luis Borges
Escribía
Ana María Moix en su cuento Redacción* una interminable serie de
eventos que tenían lugar dentro de otros eventos que los cobijaban.
Valga una definición de la mismísima vida, si se quiere. El caso es
que estos eventos eran, en sí mismos, el mismo tipo de suceso al
cual estaban dando cobijo.
Entonces
leemos las reflexiones del pequeño Martín Torca, donde el hecho de
imaginar el planeta tierra puede significar que, visto hacia atrás,
el mundo en el cual Martín Torca se encuentra es imaginado por otro
ser, tal vez otro niño gigante, y éste a su vez imaginado por otro
y así, en una búsqueda sin fin del imaginador -o mundo- primero.
Aunque también a Martín Torca le marea la progresión hacia el otro
lado: aquel mundo que él imagina tal vez contenga seres minúsculos
que a su vez imaginan otros mundos más minúsculos.
El
niño lleva razón, buscar a Dios cuesta horrores.
Alejandro
Dolina* hizo referencia en su programa de radio a un pequeño texto
que él había escrito a fines de los años setenta, donde una
persona decidía filmar la totalidad de su vida. La idea de poder
rememorar cualquier instante en cualquier momento era aceptada con
agrado por los amigos próximos al protagonista, y cada quien
pretendía hacer lo propio con su propia vida, llevando adelante una
especie de sociedad o instituto de filmadores y filmados. Ocurría
entonces que los filmadores de vidas, es decir aquellos portadores de
las cámaras, también querían que sus vidas fueran filmadas, y así
se hacía. Al fin, cada quien filmaba al prójimo y las vidas de las
gentes consistían en ser filmadores de las vidas de los demás, con
la insistente pregunta pujando por detrás del cuento: ¿quién está
filmando al filmador primero? (Nota: aquí se ve la profunda influencia que ha tenido Borges en Alejandro Dolina)
Hermes
Trimegisto fue un personaje importante en el antiguo Egipto, tanto
que cuando murió lo nombraron Dios y así fue tomado por las
generaciones que siguieron. O tal vez siempre había sido un Dios, y
le fueron atribuídos algunos escritos en el medioevo con el
florecimiento del esoterismo y, justamente, del hermetismo. Sea como
fuere, se le atribuye la organización de una serie de leyes
universales, no provenientes del deseo de dictar un orden, sino desde
la reflección sobre la experiencia. Es decir, una serie de ideas y
conceptos de lectura simbólica y esotérica, que ofrecen claves para
entender el funcionamiento de las cosas. Una de esas leyes es la Ley
de Correspondencia: "Como es arriba, es abajo; como es abajo, es
arriba."*
Los
refutadores fanáticos marcarán una sonrisa burlona en este punto
del artículo, pero normalizarán su rostro al comparar el supuesto
esquema de un átomo en aquellos manuales de la escuela, y el dibujo
del sistema solar y planetario. El heliocentrismo y el funcionamiento
es similar, porque como es arriba, es abajo... etcétera.