13 noviembre 2016

La música dual (Artículo sobre música)

Este artículo de mi autoría fue publicado previamente en la Revista Cultural Tardes Amarillas.

La historia del arte ha descrito una percepción dual de la realidad. Pinturas, esculturas, narrativa; todo juega y ha jugado su papel entre el bien y el mal, el hombre y la mujer, la causa y el efecto.

¿Pero qué sucede con la música?

La interrelación sonora acude constante y necesariamente a la dinámica de acción y reacción, incluso en estructuras compositivas impensadas por el habitual oyente, este bagaje de notas y subnotas al que se le llama música es, también, dual.

Es innegable el carácter emocional de cualquier obra de arte que se precie, unida en sus más íntimas células a la práctica física para la realización. A un ideario o conflicto poético, convendrá desarrollarlo mediante el idioma y la escritura; a una melodía que resuene en la cabeza del autor, habrá que pautarla dentro de acordes musicales y practicarla para que perdure. La emoción es, si bien se mira, “el mundo de las ideas”; fuertemente relacionada con la práctica que es, si bien se mira, “el mundo natural”.

En medio de la lucha ficticia entre estos dos polos que –vaya contrasentido del lenguaje– son y a la misma vez no son extremos de una misma cuerda, pero que muchas veces el humano la ha ponderado como batalla absolutamente real y actuado en consecuencia, llevando adelante planes, estrategias, guerras, negocios, empresas y filosofías, también se desarrolla la música.

Si, como parece suceder, a toda acción sobreviene una reacción, es evidente que una composición musical desarrollada por cualquier autor, en cualquier ámbito, al punto de la presentación final de la obra, será necesariamente un cúmulo de reacciones. En la música, este juego dual es la música en sí misma. Ahora bien; ¿es posible observar este desarrollo dentro del campo musical y las canciones, siendo un escucha espectador?

Con un atento hábito de escucha se pueden percibir las fórmulas musicales de tensión y distensión, que nacen de los mismos acordes y la relación entre las notas y se extienden hacia todos los ámbitos de la música, incluidos la lírica, la estructura, la rima y la intensidad de interpretación de la obra.

La composición musical es una continua batalla imaginaria entre el estrés y la relajación. En los acordes y las escalas, la tónica (nota base que define la tonalidad) tiene la función de reposo, de tranquilidad, es decir: podrá sonar cualquier otra nota u otro acorde, lo que creará distintos grados relativos de estrés o de tensión, pero cuando se vuelva a tocar la tónica, o el acorde relacionado a la tónica, la sensación será otra vez de calma, de reposo; la vuelta a casa... al cobijo del hogar.

Empero, esta relación no termina en los acordes sino que convive con la lírica y la estructura: mientras una estrofa de tres versos parece quedar sin cierre y con cierta inestabilidad, una estrofa pareada (de dos versos) o de cuatro versos se ofrece como una estructura estable. Esta noción se puede sospechar como fiel amante de la música, sin embargo resulta verdaderamente difícil que el oyente se percate de la siguiente dinámica un tanto más oculta: el estrés y el reposo se transmiten al significado mismo de la letra de la obra.

Al hablar entonces de una pérdida o de una falta (amor post mortem, tempus fugit, peregrinatio vitae, religio amoris, ruit hora, ubi sunt, vita flumen, etc.) se indica un grado de inestabilidad emocional, en cambio, al denunciar actos o enumerar acciones se significan hechos que deben ser ofrecidos como verdades. Cabría preguntar, ¿cuál es, entonces, el problema aquí?

La respuesta es sencilla: la paradoja o la incoherencia se crea al desarrollar la inestabilidad emocional en estructuras estables, o al revés, es decir al ofrecer hechos o verdades en estructuras inestables.

Tengo ríos que se mecen
en las aguas del olvido
que las mentes entristecen.

Estrofa de tres versos: Inestable
Significado “pérdida, olvido, tristeza”: Inestable
Hay concordancia, hay coherencia.

Te amo con cada luna,
con cada sol que nace,
con cada nube que acuna(,)

Estrofa de tres versos: Inestable
Significado “sincera declaración de amor, un hecho”: Estable
Hay paradoja, hay incoherencia.

Como se puede observar en el ejemplo anterior, la declaración de amor parece inestable por estar contenida en una estructura de tres versos, en cambio si se completara la obra con otro verso, la estrofa pasaría a sonar estable, la declaración verdadera y habría entonces concordancia entre significado y continente.

Posible re-escritura:
Te amo con cada luna,
con cada sol que nace,
con cada nube que acuna,
con el alma en cada frase.

Estrofa de cuatro versos: Estable
Significado “sincera declaración de amor, un hecho”: Estable
Hay concordancia, hay coherencia.

Como puede observarse, la dedicación de un autor de música para con su obra debe ser extraordinaria. La dualidad entre el bien, el mal, la acción y la reacción no ha arribado a los tiempos actuales solamente a través de los conflictos literarios o del cine moderno. La música es una compleja dualidad, donde se embarcan las herramientas en dirección a la tensión de las olas, para caer al fin rendidos en la calma del océano.

La pregunta y respuesta del jazz, las opciones de estabilidad o inestabilidad de las rimas, la elección de los pasajes medios, puentes o pre-estribillos, todo indica que la música no existe sin la viva interacción del componente emocional y la práctica física del cuerpo de la obra; la emoción y el cuerpo que conviven en un mismo lugar.

Qué casualidad, emoción y cuerpo, polos sin serlo, como el mismísimo ser humano.

Victor Montero
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*Patt Pattison. 2009. Writing better lyrics.

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