Este artículo de mi autoría fue publicado previamente en la Revista Cultural Tardes Amarillas.
La historia del arte ha
descrito una percepción dual de la realidad. Pinturas, esculturas,
narrativa; todo juega y ha jugado su papel entre el bien y el mal, el
hombre y la mujer, la causa y el efecto.
¿Pero qué sucede con la
música?
La interrelación sonora
acude constante y necesariamente a la dinámica de acción y
reacción, incluso en estructuras compositivas impensadas por el
habitual oyente, este bagaje de notas y subnotas al que se le llama
música es, también, dual.
Es innegable el carácter
emocional de cualquier obra de arte que se precie, unida en sus más
íntimas células a la práctica física para la realización. A un
ideario o conflicto poético, convendrá desarrollarlo mediante el
idioma y la escritura; a una melodía que resuene en la cabeza del
autor, habrá que pautarla dentro de acordes musicales y practicarla
para que perdure. La emoción es, si bien se mira, “el mundo de
las ideas”; fuertemente
relacionada con la práctica que es, si bien se mira, “el mundo
natural”.
En medio de la lucha
ficticia entre estos dos polos que –vaya contrasentido del
lenguaje– son y a la misma vez no son extremos de una misma cuerda,
pero que muchas veces el humano la ha ponderado como batalla
absolutamente real y actuado en consecuencia, llevando adelante
planes, estrategias, guerras, negocios, empresas y filosofías,
también se desarrolla la música.
Si, como parece suceder,
a toda acción sobreviene una reacción, es evidente que una
composición musical desarrollada por cualquier autor, en cualquier
ámbito, al punto de la presentación final de la obra, será
necesariamente un cúmulo de reacciones. En la música, este juego
dual es la música en sí misma. Ahora bien; ¿es posible observar
este desarrollo dentro del campo musical y las canciones, siendo un
escucha espectador?
Con un atento hábito de
escucha se pueden percibir las fórmulas musicales de tensión y
distensión, que nacen de los mismos acordes y la relación entre las
notas y se extienden hacia todos los ámbitos de la música,
incluidos la lírica, la estructura, la rima y la intensidad de
interpretación de la obra.
La composición musical
es una continua batalla imaginaria entre el estrés y la relajación.
En los acordes y las escalas, la tónica (nota base que define la
tonalidad) tiene la función de reposo, de tranquilidad, es decir:
podrá sonar cualquier otra nota u otro acorde, lo que creará
distintos grados relativos de estrés o de tensión, pero cuando se
vuelva a tocar la tónica, o el acorde relacionado a la tónica, la
sensación será otra vez de calma, de reposo; la vuelta a casa... al
cobijo del hogar.
Empero, esta relación no
termina en los acordes sino que convive con la lírica y la
estructura: mientras una estrofa de tres versos parece quedar sin
cierre y con cierta inestabilidad, una estrofa pareada (de dos
versos) o de cuatro versos se ofrece como una estructura estable.
Esta noción se puede sospechar como fiel amante de la música, sin
embargo resulta verdaderamente difícil que el oyente se percate de
la siguiente dinámica un tanto más oculta: el estrés y el reposo
se transmiten al significado mismo de la letra de la obra.
Al hablar entonces de una
pérdida o de una falta (amor post mortem, tempus fugit,
peregrinatio vitae, religio amoris, ruit hora, ubi sunt, vita flumen,
etc.) se indica un grado de inestabilidad emocional, en cambio,
al denunciar actos o enumerar acciones se significan hechos que deben
ser ofrecidos como verdades. Cabría preguntar, ¿cuál es, entonces,
el problema aquí?
La respuesta es sencilla:
la paradoja o la incoherencia se crea al desarrollar la inestabilidad
emocional en estructuras estables, o al revés, es decir al ofrecer
hechos o verdades en estructuras inestables.
Tengo ríos
que se mecen
en las
aguas del olvido
que las
mentes entristecen.
Estrofa de tres versos:
Inestable
Significado “pérdida,
olvido, tristeza”: Inestable
Hay concordancia, hay
coherencia.
Te amo con
cada luna,
con cada
sol que nace,
con cada
nube que acuna(,)
…
Estrofa de tres versos:
Inestable
Significado “sincera
declaración de amor, un hecho”: Estable
Hay paradoja, hay
incoherencia.
Como se puede observar en
el ejemplo anterior, la declaración de amor parece inestable por
estar contenida en una estructura de tres versos, en cambio si se
completara la obra con otro verso, la estrofa pasaría a sonar
estable, la declaración verdadera y habría entonces concordancia
entre significado y continente.
Posible re-escritura:
Te amo con
cada luna,
con cada
sol que nace,
con cada
nube que acuna,
con el
alma en cada frase.
Estrofa de cuatro versos:
Estable
Significado “sincera
declaración de amor, un hecho”: Estable
Hay concordancia, hay
coherencia.
Como puede observarse, la
dedicación de un autor de música para con su obra debe ser
extraordinaria. La dualidad entre el bien, el mal, la acción y la
reacción no ha arribado a los tiempos actuales solamente a través
de los conflictos literarios o del cine moderno. La música es una
compleja dualidad, donde se embarcan las herramientas en dirección a
la tensión de las olas, para caer al fin rendidos en la calma del
océano.
La pregunta y respuesta
del jazz, las opciones de estabilidad o inestabilidad de las rimas,
la elección de los pasajes medios, puentes o pre-estribillos, todo
indica que la música no existe sin la viva interacción del
componente emocional y la práctica física del cuerpo de la obra; la
emoción y el cuerpo que conviven en un mismo lugar.
Qué casualidad, emoción
y cuerpo, polos sin serlo, como el mismísimo ser humano.
Victor
Montero
Recomendaciones
*Patt Pattison. 2009. Writing better lyrics.
No hay comentarios:
Publicar un comentario