15 noviembre 2016

Día 2: La verdad más cruda - BLOG VIAJE + Nido (microrrelato)

Este post ha sido publicado en mi BLOG específico del VIAJE POR ARGENTINA que realicé en Enero y Febrero del 2016.
Click aquí para ver las fotos y el posteo original.

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Aquí estoy varado, releyendo el diario de viaje. Lo que más me sorprendió fueron dos cosas: la casa de mi abuela y la destrucción de Argentina.

Podría decirse, sobre un muchacho recién llegado al país del sur, después de diez años de exilio, ¿lo que más le golpea los sentidos es la casa de su abuela? Así es.

Leo “Casa de diseño humano, historias ignotas y greguerías...”  en el diario de viaje, sin saber que aquello me traería hasta esto. Seré breve: en mi infancia compartí muchos momentos en aquel living doble, jugando a la escondida con mi hermana, recorriendo la habitación con dos camas simples que alguna vez habían pertenecido a mi padre y a mi tío. Siempre pensé que aquella habitación era una burbuja del tiempo.

Yo veía cambiar algunos detalles del mismísimo dormitorio de mi abuela, donde saltábamos en la cama y cuidábamos el piso de madera encerada, pero algo mutaba: una foto debajo del vidrio de la cómoda, tal vez algún cuadro poco perceptible, hasta tengo la sensación de que en tiempos remotos hubo otros veladores. Pero en la burbuja del tiempo no.

En el comedor cambiaron las sillas, cambiaba la comida de la heladera, en el living cambiaba una planta o unas copas nuevas del mostrador. El perro murió, el "dueño del jardín" pasó a ser otro perro, que luego murió y ahora hay una gata. Cambia todo cambia*, pero en la burbuja del tiempo nunca ocurrió nada. Allí estaban siempre los banderines triangulares de mi tío, el armario con las llaves –si es que existe tal cosa–, las fotos de mi padre en la mesa de luz y las camas tendidas con geometría perfecta, con mantas ya históricas. Es cierto que antaño en el cajón siempre podían encontrarse caramelos Cristal, y esta vez no había ni uno.

A lo mejor están cambiando las leyes del espacio/tiempo.

Las casas de los abuelos tienen un aroma especial, a ropa limpia, a suavizante. Mi abuela mantuvo la suya en pie y en buena forma. Esta casa de la que hablo tiene rincones hechos por las manos de mi bisabuelo, que era un herrero hábil y creativo. Jamás fue una cuestión de dinero invertido, que en mi familia no le sobró a nadie, sino de gusto por el lugar donde se vive. Exactamente al contrario de lo sucede con Argentina, pues la encontré desolada. Mejor dicho, devastada.

Hay constantes evidencias de porqué se tira un papel en la calle, y las evidencias me aplastaron. Hace tiempo dejó de sostenerse todo este paradigma, condensado en cuestiones como “total un papel más...”, “si no lo tirás en el suelo de tu casa, no lo tires acá”, “éste es biodegradable...”, “no se salva el mundo por un papel”, “a los chicos de ahora no les podés decir que hagan tal cosa porque hacen lo contrario” y similares. Ya no son papeles en la calle, porque de hecho he visto a la bulliciosa Buenos Aires mucho más limpia que hace diez años. Hablo de la verdad cruda, de lo que está más allá de la posibilidad del barrendero, de una realidad que es tristísima: a mucha gente no le importa el lugar donde vive.

No les importa nada en absoluto y es simplemente la verdad, no les importa un perro muerto, un árbol en medio de la ruta, una vieja torcida, un cartel de promesas políticas sobre un muro sucio que se dobla hacia el lado de la calle, donde los jóvenes aprovechan para orinar. Lo escuché alguna vez en la radio: “El tipo que hace sus necesidades en la puerta de un edificio, en cualquier esquina o en cualquier vereda, lo que está diciendo es que no le importa nada, ni vos, ni nadie, ni nada.”* No pensé que fuera cierto hasta que lo vi con mis propios ojos.

Pero es sólo la impresión del segundo día, el viaje dura cuarenta y cinco. Yo vine a observar, eso es lo que hago. Hay tiempo para que el corazón se calme. En todos los órdenes, lo mejor está por venir.*

Nido
Microrrelato

Con sus manos cuidó las ideas que traía el metal para diseñar la guía de una persiana interior y así lo hizo. Aquello quedó. Ella se cobijó en lo que sabía hacer, estar acompañada y sola. Vivió la guerra fría en un país neutral que respetó con el alma. Así lo hizo. Aquello quedó. Él renunció a los mandatos porque al creador hay que darle alas. Entonces voló. Así lo hizo. El mayor de los hermanos buscó tanto que llegó a los confines de la tierra y no se sabe lo que demonios encontró. Pero buscó. Con lealtad. Así lo hizo. Aquello quedó. Yo escribo porque ayuda a lo que sea que me falta, porque así elijo vivir. Con una soga en la mano. A veces me siento en la tierra y la miro en silencio. Pero quién sabe mañana. Así lo hago. Con cariño.

* Mercedes Sosa. 1984. Todo cambia.
* Alejandro Dolina. La venganza será terrible.
* Grupo Scout Dr. Marcos Paz. Lema histórico.

1 comentario:

  1. Parecía que estuve por la casa de los abuelos!! detalles que ahora los recuerdo y que en ese momento pasaban desapercibidos por todos salvo por vos!!!jaja

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