10 octubre 2016

La voz de la experiencia

La luz brillante me persigue y acelero al máximo para abandonarla en el retrovisor. Pero no es posible. ¿Qué son esas sombras allí delante? Ya veo, hay tres o cuatro coches detenidos al costado de la carretera. El centro de la ruta forma un túnel vacío. No puedo detenerme, no quiero detenerme. Parece que mi corazón saldrá de mi pecho dando tumbos. La luz sigue aquí. Mi piel se eriza. No me detendré. ¿Qué demonios? ¿Hay más coches delante? ¿Qué hacen todas estas personas mirando al cielo, maldiciendo con rostros desencajados? ¿Pero qué está sucediendo?

–¡Fuera! ¡Dejadme pasar! Oh Dios, ¡niño... hazte a un lado y déjame pasar!

No puede ser. La luz brillante por el espejo parece perseguirme. O tal vez no. ¿Pero qué le pasaba a ese niño estúpido? ¿Qué tenía en el rostro? No importa, ¡concéntrate y no mires hacia atrás! Hace un poco de frío aquí. ¿Frío he pensado? ¿Me estoy volviendo loco?

No pienso detenerme, aunque me tiemblen las piernas. Hay otras luces camino adelante. Espero que no sea más gente sonámbula al borde de la ruta. Son dos, dos luces. Pronto las alcanzaré. La noche es espesa y no logro ver muy bien con el flash blanco en mi retrovisor. ¿Son dos farollillos rojos?

Sí que hace frío, de verdad, mientras transpiro. ¿Qué está sucediendo? Un momento. Allí están, ahora cerca, simples faros traseros. ¿Otro automóvil? ¡Si! ¡Un coche moderno! ¡Solamente otro automóvil! ¿Por qué conduce lento? ¿No se percata de la luz horriblemente blanca que me está volviendo loco?

Me pondré a su par.

–¡Abra la ventana! ¡Oiga! ¡Abra la ventana!

Pero... ¡si es un anciano! ¡Conduce un anciano!

– ¡Oiga! ¡Oiga! ¿Es que no ve usted la luz brillante que nos persigue? ¡Dios mío, pero si está sobre nosotros! ¡Oh Dios mio, no, no! ¿Está usted ciego? ¡Mire la luz! ¡Acelere hombre! ¿Porqué no acelera? ¡Acelere, por Dios! ¡Acelere ahora y deje de mirarme como un imbécil!

El viejo mantuvo la vista calma sobre mi. Sin desviar los ojos levantó una de sus manos y señaló la luminaria, que ahora flotaba sobre ambos coches. –Con los diesel, el truco no les funciona – dijo sonriendo con una mueca deforme. Unos segundos después, harta, la luz se marchó para siempre.

Photo by Timo Kuusela
Por Victor Montero - 2014

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